lunes, 24 de noviembre de 2014

Bocetos (abril 1991)

I

     Cayó el libro que tenía en las manos, rodó suavemente por la falda y quedó abierto en el suelo. Ella no pareció darse cuenta del hecho y siguió meciéndose algunos minutos más. Luego se levantó y se dirigió a la cocina donde una gran pila de cacharros la estaba esperando. ¿Por qué las protagonistas de los libros nunca tenían que fregar cacharros o preguntarse lo que iban a poner de comida?
     Mientras recogía la mesa y apilaba algún cacharro más en el fregadero, su pensamiento se recreó en el libro que acababa de leer, deleitándose con las peripecias de aquellos maravillosos personajes y se sintió deprimida.
     Siempre le sucedía lo mismo al acabar algún libro.Su vida le parecía  más monótona que de costumbre. Siempre lo mismo: levantarse la primera para preparar los desayunos, llevar los niños al colegio, poner la lavadora, discutir con el carnicero porque la carne que le había dado el día anterior resultó ser más dura que la suela de un zapato y los chiquillos se negaron a comérsela; preparar la comida, repasar la ropa, etc... etc... Una larga lista que nunca se terminaba y giraba sobre sí misma como si fuera una noria. Y luego, cuando llegaba su marido, la besaba cariñosamente en la mejilla, comentaba por encima los acontecimientos del día y tras la cena, él se sentaba en su sillón a leer el periódico o a ver tranquilamente los deportes en al tele, mientras que ella tenía que seguir peleando con los pequeños para que se fueran a la cama o discutiendo con los mayores para que pusieran la música mas baja y miraran algo más los libros de texto. Luego, mientras fregaba los cacharros de la cena, pensar en la comida del día siguiente; ¡Mamá otra vez garbanzos! ¡A este pescado le falta sal, querida! ¡Ya has puesto sopa tres veces en esta semana! Estos y otros parecidos eran los comentarios que cada día tenía que oír, pusiese lo que pusiese. Por más que lo intentaba, nunca lograba una alabanza en lo relativo a la comida. Y no es que ella se quejara de que la vida la tratara mal, pero nunca sucedía nada. Siempre lo mismo, nunca se salia de la rutina y en aquel momento ella necesitaba desesperadamente huir de lo cotidiano. ¿Acaso pedía demasiado? Aunque sólo fuera por un par de horas, necesitaba emociones, necesitaba emplear esa energía que bullía dentro, en algo que no fuera pelar patatas o fregar cacharros. ¡Oh Dios! ¡Cuánto odiaba tener que fregar cacharros día tras día!
     En alguna ocasión, ella intentaba explicar todo esto a su marido, pero terminaba aún más deprimida que al principio. Era como si hablasen idiomas diferentes, la escuchaba sin interrumpirla, pero al final movía la cabeza sonriéndola condescendientemente, acariciaba con suavidad su mejilla y la echaba del salón con cualquier disculpa para enfrascarse de nuevo en el "maldito" periódico.
    Un vaso resbala y cae al suelo haciéndose mil pedazos.
    -¡Lo que me faltaba!
    Seca las manos y empieza a recoger los trozos intentando no cortarse. El teléfono empieza a sonar insistentemente, deja lo que está haciendo, se acerca y lo descuelga...

II

    Un sonido se introduce en su cabeza como el molesto zumbido de un moscardón, las imágenes se desdibujan, sobresaltada se incorpora en la cama. Sólo es el despertador, las cinco de la mañana, tendrá que darse prisa para acabar de hacer las maletas y salir pitando hacía el aeropuerto. Las vacaciones que aún no había empezado a disfrutar, se han acabado. El director de la revista en la que trabaja la envía al Golfo para un reportaje y ésta parece ser una gran oportunidad para demostrar que "ella" puede ser tan buena como cualquier hombre. Tal vez, si lo consiguiese, pudiera darse un descanso de un par de años y dejar de rodar siempre de un sitio para otro sin saber nunca donde va a estar al día siguiente.
    Ella quiso ser periodista en contra de lo que opinaban sus padres, pero ahora... después de casi 10 años de duro trabajo, de viajes incontables, de ir de un hotel a otro, de medio comer en restaurantes mediocres, de tratar a las personas muy superficialmente por no disponer de tiempo, piensa, que tal vez a su madre no le faltara razón y hubiese sido más feliz de haberse casado con aquel pretendiente que tuvo -del que ni siquiera recuerda el nombre- con tres o cuatro hijos a su alrededor y sabiendo cada día lo que iba a suceder al siguiente.
    Intenta recordar el sueño que ha tenido, y que se viene repitiendo noche tras noche como una pesadilla. Al no lograrlo, se encoge de hombros apartando de sí todos estos pensamientos, termina de vestirse, levanta el teléfono y llama a un taxi. Luego recoge las maletas y echa una última mirada a la habitación, por si olvida algo. Se va cerrando la puerta tras ella. En cuanto termine con este trabajo se dará un buen margen de tiempo, tal vez una temporada en el campo, lejos de todo y donde tenga que hacer ella misma las compras, la comida, hasta fregar los cacharros -como cuando era niña-
     Cada vez que empieza un nuevo reportaje, piensa que ese será el último. Pero en su interior siente miedo y teme darle una oportunidad a esa otra mujer que lleva dentro y que tanto le recuerda a su madre.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Y la pluma era de Ganso (2010)

        Al salir a la calle compruebo que alguien ha pintado el cielo de un ligero azul cobalto con un cúmulo de nubes doradas que le dan a la tarde un toque especial. Un toque que alegra el corazón y hace mis pasos más ligeros, un toque, que crea un mundo paralelo donde todo es posible, hasta el más loco de los sueños.

      El tiempo pasa imperceptible entre escaparates, compras y un café en compañía de esa compañera a la que no había visto desde aquella reunión de antiguas alumnas que celebramos... ¡ya no recuerdo cuando!

      Vuelvo a deambular entre la gente con un par de bolsas en la mano, producto de las compras efectuadas. Levanto la vista y verifico que ya se han extinguido del cielo los colores de la tarde y que alguna estrella que otra empieza a apuntar tímidamente allá, en lo alto, compitiendo con las luces de neón que llenan la ciudad en esta época.

     Me muevo entre la gente como si fuera una sombra, paso a su lado, oigo sus conversaciones, sus risas, el sonido de sus móviles... pero solo son siluetas en un decorado.

       Camino sobre el asfalto dejando una estela de polvo, polvo que gravita en el éter intentando adoptar una forma inconclusa al principio... más tarde... una escoba que gira y gira en el aire recogiendo partículas invisibles al ojo humano pero que forman alrededor de ella un halo misterioso.

      Sigo absorta sus evoluciones en el manto de oscuridad que ha dejado caer la noche en la bóveda que cubre la ciudad. Son como las notas de una melodía aún no escrita. Advierto con asombro que su ritmo tiene la misma cadencia musical que suena dentro de mi.

        De pronto gira de manera vertiginosa hasta que llena el firmamento de tanta luz y color que supera la traca final del mejor espectáculo de fuegos artificiales que uno pueda imaginar.




        No sé cuando terminó todo aquello, cuando el polvo y las luces se fundieron en un inmenso libro con las páginas en blanco. Cuando se materializó aquella pluma... y empezó a escribir una historia... historia que al ir leyendo lleno mis ojos de polvo cósmico.

  ¡Ah! y la pluma era de ganso...


     

domingo, 9 de noviembre de 2014

Seguimos haciendo deberes

A ver si he entendido lo estudiado sobre incrustar una presentanción en el blog. Vayamos a ello sin mas dilación

viernes, 7 de noviembre de 2014

y llegó Septiembre



   Se ha ido agosto, llega septiembre con sus días más cortos. Los veraneantes se han ido del pueblo, los que quedan se afanan en rematar tareas: recoger fruta, vendimia, lúpulo...


Cuando llega septiembre